¿Puedes ser más que tus miedos?

El miedo, te paralizará varias veces, pensarás que no estas listo y que el reto es mayor que tú.

Que tu no lo escogiste, que tu no decidiste tener esas capacidades o que te pusieran en esta vida.

El miedo te hará sentir que no puedes, pero no porque quiera que te detengas, sino porque quiere que te protejas.

El miedo es la experiencia diciéndote directamente que no siempre has podido, los recuerdos, avisándote que la última vez dolió.

El miedo es el pedal del freno, cuando el coche va a una velocidad que no creemos poder controlar.

Entonces no lo niegues, no lo evadas y no sólo lo enfrentes.

Convéncelo, convéncelo de tus capacidades, de que puedes, de que no quieres detenerte porque sabes protegerte, sin necesidad de renunciar a lo que deseas.

Que si no has podido antes, hoy puede ser la excepción porque has aprendido.

Dile a tu miedo que no necesitas que te proteja que no necesitas que te diga que hacer que estas dispuesto a arriesgarte a que duela con tal de conseguirlo.

Convence al miedo afrontando la idea de que la velocidad a la que va la vida no la puedes disminuir.

Convence al miedo diciéndote a ti mismo que no soltarás el volante porque la persona más importante en tu vida va en ese auto.

Convence al miedo de que confíe en ti.

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¿Qué esperar de nuestros adolescentes? – Adolescencia

La OMS define la adolescencia como:

El periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce

después de la niñez

y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años.

LA ADOLESCENCIA

Se conoce como una etapa de cambios, que incluyen desde crecimiento y adaptación física, psicológica y social, hasta modificaciones en el estilo de vida, comportamiento, gustos e intereses del individuo.

En primer lugar, esta fase se presenta a raíz de los procesos biológicos que dan paso a lo que conocemos como pubertad. Sin embargo, pese a ser de carácter fisiológico dichos cambios están permeados por el contexto social y cultural. De tal modo que se ha percibido un inicio más temprano de esta etapa, del que se registraba en épocas anteriores. Abarcando la edad de los 10 a los 18 años.

La madurez física y sexual que se presenta en esta etapa tiene su origen en distintas glándulas del cuerpo humano que, en un momento dado comienzan a liberar distintas hormonas, aumentando su producción y estimulando distintos procesos y cambios en el cuerpo humano, tales como crecimiento, desarrollo de características sexuales secundarias, como el crecimiento de los senos, vello púbico, menstruación, tono de voz, eyaculación, vello facial, etc.

Además del inicio del desarrollo sexual, provocando también la producción y liberación de hormonas específicas para cada sexo, estrógenos y andrógenos. Permitiendo así que se alcance la madurez sexual.

Por si fueran pocos estos cambios, el adolescente experimenta también distintos efectos a nivel emocional, psicológico y social. Puntos importantes que mencionaremos a continuación y en los que el adolescente requiere aún y con mayor énfasis el apoyo familiar, de sus grupos de referencia, escuela, amigos y de la sociedad.

Cambios Psicológicos.

La construcción de uno mismo.

Independencia

Aunque de inicio es un camino hacia la autonomía, que tiene que ver con el asumir sus responsabilidades, el trasfondo es un desapego intelectual y emocional, que en muchas ocasiones se presenta como un distanciamiento afectivo. El contraste se da cuando, a pesar de desear pasar más tiempo solos, tomar sus propias decisiones, pasar más tiempo con los amigos o fuera de casa, los adolescentes aún se sienten confundidos e inexpertos para dejar por completo la seguridad y protección del hogar.

La individualización y autonomía son necesarias, le permitirán al adolescente desarrollarse plenamente de acuerdo a sus propias actividades e intereses. Poniendo a prueba sus habilidades en el mundo exterior ya sin la protección permanente de sus padres o su familia. Sin embargo la distancia que deben de tomar respecto a las demás personas ha de ser siempre cuidadosa. El adolescente se sentirá plenamente satisfecho si consigue independientemente hacerle frente a los nuevos retos que enfrenta. Pero no siempre será así, posiblemente sus capacidades le serán insuficientes para superar o enfrentar alguno de esos retos, y experimentará miedo y dudará de sí mismo.

Ahí la familia y amigos pueden ofrecer redes de apoyo que representen un punto de anclaje (un puerto seguro) sobre el que el adolescente pueda reflexionar su accionar y encontrar otros métodos de conducirse.

Así, las decisiones las comenzarán a tomar solos, pero las comprenderán y vivirán las consecuencias con el apoyo de sus grupos de referencia.

Pertenencia

El adolescente no busca sólo un grupo que le acompañe, o en el cual «encajar», busca un grupo de referencia, del cual sentirse parte por méritos propios, al cual poder aportar desde su individualidad, que lo acepte (tal cual es) y con el cual se sienta identificado.

Es por ello que la familia en muchas ocasiones ya no cumple por completo las características de un grupo tan complejo, y el joven comenzará a buscar grupos con los que tenga «más cosas» en común. Gustos, tiempos, edad, género, etc. Ya que al final serán para bien o para mal estos grupos a los que recurrirá como punto de apoyo y como modelo a seguir.

Personalidad

Durante los primeros años de vida pasamos por ciertas etapas, conocidas como etapas Psicosexuales que van, por así decirlo, moldeando la personalidad. El éxito o fracaso en dichas etapas marcan la presencia o ausencia de ciertos rasgos en la personalidad del adolescente. Es así que durante la adolescencia se pueden repasar y subsanar algunos fallos que se presentaron en las primeras etapas de vida, pero estos mismos rasgos también se pueden recrudecer y/o empeorar.

El adolescente volverá a enfrentarse a un mundo que no satisface al cien por ciento sus necesidades, un mundo que no gira a su alrededor, un mundo con reglas y limitaciones (así como obligaciones y responsabilidades), un mundo en el que no todas sus capacidades le garantizan éxito, y no todo el éxito que obtenga es un reflejo fiel de sus capacidades.

El manejo que tenga de estas realidades, así como la manera en la que la familia y amigos le ayuden a sobrellevarlos representará factores de gran importancia en el tipo de rasgos de personalidad que se establecerán a partir de la adolescencia y en adelante en su vida.

Estos rasgos de personalidad, al ser reforzados, generan en el adolescente una falsa impresión de autosuficiencia, rasgo relacionado en muchas ocasiones con el egocentrismo, creer que están en lo correcto siempre o que ciertos preceptos lógicos a ellos no les aplican y a ellos «no les va a pasar».

Identidad

Es en esta etapa cuando los gustos y preferencias, el autoconcepto, la intimidad, los valores y carácter, así como las tendencias de comportamiento propias del individuo se van delimitando. Es común que la base de la identidad siga siendo aquella que se obtuvo en la infancia, en el núcleo del grupo principal de referencia, la familia; sin embargo, los nuevos elementos se ajustan por lo general a los modelos y preceptos a los que el adolescente tiene acceso.

Así, podemos observar que la identidad en los primeros años de la adolescencia es una amalgama obtenida de los modelos a seguir, tales como figuras públicas, congéneres y miembros de su grupo de edad, miembros del grupo al que pertenece y otros modelos adoptados sobre el deseo del joven de lo que quiere ser o lo que quisiera ser.

Este proceso puede generar una enorme confusión en el adolescente, y sensaciones como desapego o segregación cuando la identidad nueva «encaja» pero no es auténtica, o es auténtica pero «no encaja». El adolescente comienza a equilibrar la deseabilidad social y su identidad, buscando adaptarse sin traicionarse.

Hacia al final de la adolescencia, se han desechado rasgos de identidad que no «congeniaron» con la personalidad del adolescente, y comienza un diseño propio de la identidad, en la que los elementos personales, individuales y auténticos constituyen la parte principal (aun siendo una reinvención o reinterpretación de los modelos que anteriormente la conformaron). La identidad no se estanca en esta etapa más bien se establece, seguirá cambiando en el futuro.

Emociones más complejas

Aunque es común y sencillo atribuir los cambios emocionales (sobre todo la volubilidad) a los cambios físicos y hormonales en los adolescentes estos tienen una premisa más compleja. Si bien a nivel psicofisiológico ocurren cambios que les mantienen más sensibles a sus propias emociones y a los factores ambientales que las generan. El adolescente es capaz de sentir una gama más amplia de emociones y sentimientos.

Sus reacciones ya no se limitan a la alegría, el enojo, la tristeza o el miedo. En esta etapa hay gradientes de dichas emociones, tales como la euforia, el entusiasmo, la impotencia, la frustración, la sensación de injusticia, la melancolía o nostalgia, la inseguridad o angustia, etc.

Dichas reacciones emocionales se encontraban ya presentes, sin embargo, en etapas aún infantiles son conducidas por los adultos y muchas veces desahogadas con elementos más o menos útiles para un niño pero poco o nada funcionales en el adolescente y el adulto. En la adolescencia, aunque ayuda, la solución ya no es tan fácil como un helado y un curita.

Y aquellos factores del entorno que generan dichas emociones son también más complejos de identificar, percibir y manejar o solucionar. Las sensaciones como el rechazo, la discordia, la desatención o la injusticia son percibidas por el adolescente desde una perspectiva más trascendental, siendo así consciente de cuanto le afecta o le podrá afectar. Y las reacciones suelen ser encaminadas a ello, buscará a toda costa hacer tangible que alguna situación no le agrada. Este efecto es notable también respecto a las emociones positivas, algo que le agrada al adolescente y le hace sentir bien, buscará repetirlo y controlarlo de manera autónoma.

Relaciones afectivas y Relaciones interpersonales

Dentro de los elementos que surten un efecto directo en la identidad y las emociones, está el hecho de que el adolescente ahora juega más roles afectivos con su entorno, y es a través de dichas relaciones que se conforma el modelo de los lazos afectivos que establecerá a lo largo de su vida. Ahora los jóvenes aprenderán a ser novios, mejores amigos, alumnos, compañeros, colegas, miembros de un club, etc. Papeles que nunca han jugado en su vida, o no con la seriedad con que se presentan en esta etapa. Ello conlleva distintos retos a los que tendrán que responder, conjugando factores emocionales y sociales para los que no siempre están preparados.

Estas relaciones suponen un cambio en el estilo de vida, compromisos, organización del tiempo, y traen consigo en la mayoría de los casos experiencias gratas o desagradables a través de las cuales los jóvenes aprenden a relacionarse con su entorno. Es entonces respecto a la calidad de estas relaciones interpersonales que el adolescente se adaptará de mejor o peor manera.

El joven se identifica con figuras representativas que le llevan a desarrollar un lazo afectivo fantasioso e idealizado con algunas personas. Lo que da origen a los conocidos «amores platónicos» y a la búsqueda, en ocasiones desesperada, por agradar a ciertas personas, amigos, profesores, pareja, familia, etc.

Por otro lado el noviazgo (más formal en esta etapa) suele ser la relación interpersonal afectiva más compleja por mucho en esta etapa. El proceso de elección de pareja, y el posterior cortejo requieren conductas específicas que en algunas ocasiones son aprendidas y reproducidas (se ven en películas u otros adolescentes) y en otras ocasiones son diseñadas y generadas en el momento (se recargan en la identidad), ambas pueden ser más o menos funcionales y desencadenan un protocolo de ensayo y error, con el que el adolescente adquirirá la suficiente experiencia para establecer este vínculo.

Una vez en marcha el noviazgo, las exigencias emocionales y comportamentales del mismo requerirán que consiga comunicarse y adaptarse nivelando sus expectativas con las de la pareja, y buscando a través de nuevo del protocolo de ensayo y error, el funcionamiento sano y disfrutable de la relación.

Conflictos existenciales

¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Hacia dónde voy? Pueden ser preguntas comunes en el ser humano, pero en la adolescencia tienen una repercusión especial y mayor, ya que las decisiones que se toman, por primera vez se perciben en su magnitud. Muchas de estas preguntas en la infancia no tienen importancia porque pareciera que puede cambiar de respuesta de un momento a otro, sin embargo en la adolescencia se dan dos fases.

Al inicio de esta etapa, el adolescente no busca afanadamente ni se aferra a la respuesta de estas preguntas, pero gran parte del tiempo estas preguntas surgen, al enfrentar la toma de decisiones y las consecuencias de las mismas, al equivocarse y al ir estableciendo su personalidad e identidad.

Posteriormente el adolescente ahora si busca contestar estar preguntas antes de tomar decisiones más trascendentales en su vida, como elegir carrera, mantener una relación, hábitos y costumbres de vida, etc. La respuesta ahora es requerida y necesaria. Sin embargo, puede ser difícil delimitarla aun siendo un joven en una fase avanzada de la adolescencia.

Estas crisis existenciales generan también un cambio en el estado de ánimo de los jóvenes, y en la manera en la que responden a las demandas del entorno, fomentando casi en general una de dos alternativas, asertividad o desconfianza en sí mismo. Ambos rasgos pueden influir como un efecto en cadena, a que dichos conflictos existenciales se rezaguen en el adulto joven, estancando a la persona en una adolescencia permanente.

Sexualidad

Cómo mencionamos en esta etapa no sólo se desarrollan los rasgos sexuales secundarios, también se alcanza la madurez sexual, es decir el cuerpo humano produce respuestas sexuales y es capaz de generar células sexuales (espermatozoides y óvulos), y por ende de embarazarse. La presencia del ciclo menstrual y la eyaculación masculina también son una señal de dicha madurez fisiológica.

Sin embargo el aspecto psicofisiológico suele ir a un ritmo diferente. Durante los primeros años de la adolescencia el deseo sexual es ya registrado pero genera más dudas y timidez que conductas consecuentes. Conforme el adolescente comienza a entender su sexualidad y vivirla, con la masturbación por ejemplo, así como los primeros contactos físicos de aspecto sexual producto de sus relaciones interpersonales más desarrolladas también, el deseo sexual comienza a generar conductas más definidas, como la búsqueda del placer y de intimidad con las personas que les resultan atractivas (principalmente en el aspecto físico).

Así en la adolescencia descubrimos una nueva conducta que nos genera placer y vínculos afectivos, pero que sin embargo, trae consecuencias inherentes, y es esa la parte compleja de la sexualidad en el adolescente, ya que desarrollarla adecuadamente dependerá de que tanto se haya asimilado el comportamiento sexual con sus respectivas responsabilidades.

De manera bien entendida, la sexualidad responsable permitirá evitar riesgos por enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y conflictos emocionales asociados a la dependencia afectiva, y a la violencia de pareja y sexual.

Dentro de los factores emocionales relacionados a las experiencias sexuales, encontramos que el deseo sexual es también afectivo, resultado del cual el vínculo que se genera en la intimidad formará parte clave en las relaciones interpersonales y lo bien o mal que nos hagan sentir estas. Ya que dicho vinculo puede recaer en elementos como la culpa o la decepción. Y es este punto el elemento crucial respecto a la sexualidad en la adolescencia, ya que el sistema de valores, las creencias religiosas, los complejos heredados de familia o propios, la presión del grupo o de la pareja, y las limitaciones sobre el tema que aún hoy en día existen, pueden generar que estas experiencias se conviertan en algo desagradable y conflictivo, en lugar de ser esa pieza constitutiva del crecimiento y de la vida humana que permite disfrutar nuestro propio cuerpo, nuestras relaciones interpersonales y nuestra vida, otorgando placer y a la postre en algunos casos oportunidad de reproducirnos.

La información y programas de concientización para jóvenes respecto a la responsabilidad en este aspecto de la vida nunca son demasiados, el acceso y conocimiento de los métodos anticonceptivos, métodos de prevención de enfermedades de transmisión sexual, así como estrategias para vivir una sexualidad plena, evitar conductas de riesgo o conductas sexuales con las que no estamos de acuerdo es y debe ser parte prioritaria de la educación de los jóvenes.

Cambios Sociales.

Las experiencias

Grupos de referencia, redes de apoyo y Presión del grupo

Como se mencionó arriba es importante la socialización con nuevos grupos que generen un sentido de pertenencia, sin embargo, es importante que dichos grupos sean una buena referencia e influencia para el joven, sobra decir que un grupo de referencia con consumo elevado de sustancias nocivas para la salud es menos preferible que un grupo de referencia que realice, por ejemplo, una actividad deportiva o artística.

Lo importante es identificar que el adolescente puede convivir y pertenecer a ambos, pero su pertenencia y referencias habrán de estar más recargadas al grupo funcional socialmente hablando.

En este sentido la presión del grupo, puede fomentar conductas que vayan en contra de los deseos individuales del adolescente, pero que se asuman como necesarias si este quiere aún pertenecer al grupo. El joven es susceptible más que el adulto a la presión del grupo por el temor a «dejar de formar parte» de este, así, los grupos de apoyo y otros grupos de referencia constituyen una red de seguridad sobre la que el adolescente podría caer si decide no ceder a la presión que un grupo específico ejerce sobre el para, por ejemplo, llevar a cabo conductas de riesgo.

Conductas de riesgo y Deseo de experimentar

A partir de la influencia de sus contemporáneos, el adolescente puedo comenzar a buscar experiencias diferentes asumiendo conductas nuevas, que en algunas (no pocas) ocasiones implican un riesgo para él o para la sociedad. Le emoción de experimentar lo nuevo, lo arriesgado y lo prohibido, ha de estar siempre contrastada con la noción de las consecuencias que dicha experiencia puede acarrearnos. Muchas de las conductas «de riesgo» lo son por cómo se realizan y no tanto por la conducta en sí. Buscar entonces oportunidades que permitan desarrollarlas con responsabilidad es una alternativa viable.

El adolescente promedio se «meterá en problemas», desafiando la autoridad o ignorándola, por ende, entre más explicación, entendimiento y flexibilidad obtenga de dicha autoridad mayor será la tendencia a respetarla, no evitando aun así que en aquellos puntos donde la experiencia resulte especialmente atrayente o la autoridad excesivamente injusta o limitante, el adolescente caiga en ocasiones en las mencionadas conductas de riesgo.

Cómo «superar» la adolescencia

En gran medida la respuesta recae en la normalidad de gran parte de los efectos, conductas y experiencias que se viven en esta etapa. Y cuya mejor respuesta es la observación y la información, que permitirá identificar a tiempo aquellas conductas que si salgan de la normalidad.

El común es buscar comunicación con los jóvenes, sin embargo es importante desarrollar aptitudes específicas para que dicha comunicación sea posible ya que comúnmente los canales habituales están cerrados, aquí es muy importante empatizar.

Como se mencionó, los deseos y motivaciones del joven toman un lugar primordial, no limitarlos ni intentar controlarlos es crucial, el único objetivo es encauzarlos siempre que se identifique que se salen de la normalidad, y si no es así, dejarlos fluir.

En la perspectiva de los padres y la familia, preocupados por los cambios que están viviendo en la adolescencia sus hijos, es entendible que se pierda un poco la objetividad al analizar qué conductas son normales y cuáles no, que se afanen en abrir los canales de comunicación ya cerrados en lugar de buscar nuevas vías, y que supongan que su autoridad es necesaria en mayor medida que su empatía. Para ello, los especialistas en salud mental, en terapia familiar y en salud emocional, están capacitados para ofrecer alternativas viables que permitan llevar de la mejor manera esta etapa que al no ser un obstáculo, no se ha de superar, sino de transitar.

La UNICEF menciona que

En la adolescencia se define la personalidad, se construye la independencia y se fortalece la autoafirmación.

https://www.healthychildren.org/spanish/ages-stages/teen/paginas/stages-of-adolescence.aspx

http://www.who.int/maternal_child_adolescent/topics/adolescence/dev/es/

https://www.unicef.org/mexico/spanish/ninos_6879.htm

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¿Estoy reproduciendo el machismo? – Micromachismos

Como parte de un sistema que ha mantenido elementos patriarcales y machistas incluso en los elementos primarios de la sociedad, las familias, las parejas y las relaciones de amistad. Es común encontrarse en estos nichos diferentes expresiones de violencia machista.

Sin embargo, dichas expresiones al encontrarse en sintonía con la misma base de la relación, roles y dinámicas preestablecidas, son sutiles y en ocasiones pequeños. El nombre se refiere a esta sutileza con la que se presentan y no al impacto o magnitud que implican. Suelen ser de hecho de alta relevancia ya que muchas veces son impartidos como parte de la educación de las personas, hombres y mujeres.

Los micromachismos no matan, de una, pero como parte estructural de una ideología social machista, patriarcal y de desigualdad, eventualmente son fundamentales en la base de la violencia machista, de abusos, agresiones, acoso y violaciones que SI matan.

Ejemplos.

El hombre que ayuda en la casa es una suerte.

En realidad, es una responsabilidad compartida, la división de las tareas puede ser pactada por cada pareja, pero suele no ser equitativa, cuando un hombre participa en dichas labores, dicha acción no tiene nada especial ni de reconocerse, simplemente es una persona adulta actuando con responsabilidad respecto a sus obligaciones.

El hombre paga la cuenta.

Además de ser una situación que suele poner en situaciones tensas e incomodas a los hombres cuando los gastos son excesivos, le da a la mujer una posición pasiva, donde sólo ha de acceder a satisfacciones a través del pago que el hombre realiza. Además de que enmarca una relación de poder, en la que ella puede exigir gastos, o el permitirlos o negarlos.

El padre del año

Parecido a la premisa de la ayuda en las labores del hogar, de nuevo nos topamos con una realidad importante pero no loable, o que no debería ser reconocida en mayor medida que la dela mujer. El hombre que cambia pañales es un gran padre, la mujer, solo hace lo natural, su obligación e incluso si llega a fallar, a ella se le critica en demasía.

No existe la amistad entre hombres y mujeres

No todas las relaciones entre hombres y mujeres son sexuales o románticas, si bien puedes ser afectivas, pueden ser referidas a vínculos laborales o de amistad. Esto limita el espectro afectivo que una persona puede desarrollar. El peso por “mantener” la amistad, sin que llegue a más suele recaer en la mujer a causa de otro micromachismo que identificaremos adelante: el hombre llega hasta donde la mujer quiere.

La maternidad como fin máximo de la mujer

Ni todas las mujeres realizadas son madres, ni todas las madres se han realizado por el simple hecho de parir. La vida de una persona comprende varios elementos, como para delimitarlo a la procreación. El desarrollo y realización puede ser social, laboral, profesional, espiritual, sexual, parental, emocional, romántico, personal, etc. Incluso es curioso que ante los ojos de los demás, el que un hombre sea padre o no, no necesariamente define su nivel de realización o de utilidad, para ellos el éxito laboral o el prestigio social suele ser más importante.

Darse a desear

De nuevo le deja la responsabilidad del vínculo afectivo y sexual a la mujer, sin repartir proporcionalmente la responsabilidad con el hombre. Además, delimita una línea muy tenue, y con una moralidad muy genérica respecto a lo que es darse a desear, conservar la honra, hacerse respetar, etc., lo que bloquea la capacidad de la mujer de decidir sobre su propia vida romántica y sexual sin sentirse juzgada.

Correr (hacer cualquier cosa) como niña.

Incluye una idea de déficit o incapacidad al asumir que una niña no puede hacer las cosas “tan bien” como un niño. Esta frase incluso suele ser usada en tono de agresión o burla para los niños, generando la idea de que la mujer hace las cosas con cierta deficiencia. Grandes ejemplos de deportistas y exitosas mujeres, nos demuestran que en ciertas actividades y en ciertos casos, como Serena Williams, Nadia Comanecsi, Megan Rapinoe o las ganadoras del premio nobel Marie Curie y Malala Yousafzai, hacer las cosas “como niña” debería ser aspiracionista, y generará un deseo de replicar y reproducir sus logros.

El valor físico y de apariencia para las mujeres.

Frases, que incluso están estampadas en playeras de niños varones haciendo alusión a su inteligencia, fortaleza o alguna capacidad, mientras las frases que encontramos en ropa de niña hacen referencia a su apariencia, linda, bonita, tierna. NI se diga asociar colores al género. Delimitan la capacidad de elección basada en gustos y marcan parámetros y preceptos sociales que con el tiempo afectan a ambos sexos.

Exigencias específicas de su comportamiento.

No ser abierta sexualmente por que es zorra, pero no ser demasiado recatado porque es frígida o acomplejada. No vestirse atrevidamente (incluso el argumento se extendió al hecho de evitar ser violadas o acosadas) para “darse su lugar”, pero no vestirse de muy cubiertas porque son poco vanidosas o “fodongas”. Pero no ser tan vanidosa porque es presunción, ni insegura porque no están traumadas. Al final es la sociedad, el hombre muchas veces, dictaminando como se debe de ser mujer, con estándares ridículos, incongruentes y en ocasiones, medievales.

El hombre llega hasta donde la mujer quiere.

Pese a que se limita su apertura sexual, afectando constantemente la libertad para ejercer este aspecto de su vida, se le dice constantemente que puede y que no puede hacer. Al final si algo “se sale de control” o pasa “algo que no querían” se les responsabiliza (casi exclusivamente) a ellas. Por permitirlo, por no decir que no y ya in extremis por provocar, todo con tal de no asumir la parte de responsabilidad que le toca al hombre, agresor, abusador o violador en muchas ocasiones.

Somos conscientes de que hay muchos ejemplos más. Por citarlos brevemente, las diferencias en la “protección”, cuidado y confianza entre hermanos varones y hermanas. La diferencia de criterio y juicios en los mismos comportamientos, ascender en el trabajo, terminar una relación, casarse joven, ganar más o menos dinero, no saber cocinar, etc. El menosprecio a la opinión de las mujeres en contextos culturalmente asociados a lo masculino, mecánica automotriz, deportes, política, etc. Y la imposibilidad de mujeres y hombres por mostrar interés genuino en actividades “propias” del sexo opuesto, la cocina y la moda para ellos, de nuevo los deportes o las finanzas y la ingeniería para ellas.

En un aspecto más teórico, pero de igual manera informativo para dimensionar el problema, tenemos una clasificación general de los cuatro diferentes tipos de micromachismos que podemos enfrentar.

Bonino clasifica los micromachismo en cuatro tipos:

Utilitarios. Afectan principalmente al ámbito doméstico y a los cuidados hacia otras personas abusando de las supuestas capacidades femeninas de servicio y la naturalización de su trabajo como cuidadora. En la casa, un ejemplo claro de un hombre supuestamente colaborador se vería en la frase: “Cariño, te he puesto la lavadora”. A lo que una mujer que los detecte debería preguntar: “¿Dónde?”, dado que ambos ensucian ropa.

Encubiertos. Son muy sutiles y buscan la imposición de las “verdades” masculinas para hacer desaparecer la voluntad de la mujer, que termina coartando sus deseos y haciendo lo que él quiere. Hay micromachismos en los silencios, en los paternalismos, en el “ninguneo” y en el mal humor manipulativo. ¿Quién no ha escuchado en casa: “Calla, que papá está enfadado, viene muy cansado del trabajo y necesita las cosas así”.

De crisis. Surgen cuando ellas empiezan a romper la balanza de la desigualdad en la pareja. Se pueden reconocer en la frase: “Tú sabrás qué hacer (con las tareas domésticas), si trabajas”.

Coercitivos. En ellos el varón usa la fuerza moral, psíquica o económica para ejercer su poder, limitar la libertad de la mujer y restringir su capacidad de decisión. Suelen afectar al espacio y tiempo de ellos y ellas; y pierden siempre las segundas. Se ven en quién ocupa el mejor sillón de la casa, quién tiene el mando de la televisión, en cómo un hombre abre las piernas y reduce el espacio de una mujer en un vagón de metro… En cuanto al tiempo, el varón, lo dicen todos los estudios, cuenta con más ocio para sus cosas, ya sea irse a montar en bici o irse con sus amigos a ver el fútbol…

La intención de este artículo, y el aporte que se busca hacer sigue dos líneas.

En primer lugar, visibilizarlos, recordemos que por sutiles en ocasiones pasan desapercibidos, y todos, aunque más las mujeres, les hemos sufrido cuando nos imponen y delimitan ciertos comportamientos.

En segundo lugar, fomentar en base a este nuevo conocimiento un proceso de deconstrucción. Romper y reestablecer el paradigma, preguntarnos que estamos haciendo o reproduciendo y encontrar nuevas maneras de definir lo que es ser hombre y lo que es ser mujer.

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¿Por qué alejamos a las personas?

En un texto para El País. La columnista Alejandra Sanchez Mateos, menciona que de acuerdo al Psicólogo José Elías Fernandez, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid: “Existen ciertos comportamientos que si se reiteran pueden acabar alejando a las demás personas de nuestro entorno.»

Y enlista a continuación las siguientes seis comportamientos que provocan que los demás prefieran distanciarse de nosotros.

1. Tomarse las cosas demasiado a pecho

“Situaciones como cuando un jefe reconoce el logro de un compañero y no el nuestro pueden herir nuestros sentimientos. pero hay que aprender a relativizar estas pequeñas puñaladas al ego (sic.) y a no autocuestionar nuestra valía ni infravalorarnos.”

Menciona que una estrategia útil para afrontar estas situaciones es el ser capaces de reconocer que no somos los mejores en todo.

“Debemos intentar no llevarnos todo al terreno de lo personal porque no somos el ombligo del mundo.”

Hablamos de este tipo de fallos perceptivos como fundamento de uno de los errores cognitivos más comunes, en este artículo, efectivamente, la personalización implica que interpretemos situaciones comunes y desligadas de nuestro espectro de intervención como inherentes a nosotros, provocadas por nosotros mismos o incluso que ocurren en nuestra contra.

Identificando el problema (o del ¿Por qué lo hacemos?)

El acercar el problema a nuestros puntos de referencia personales lo vuelve real y le da prioridad a su solución, la tendencia es buscar una mejora casi inmediata y sustancial a cierta situación conflictiva en base a asumir que nos atañe íntimamente. Y aunque puede ser funcional en ocasiones, en una relación interpersonal eso inclina la balanza impidiendo que la otra persona participe en dicha solución, incluso le puede hacer sentir impotente.

Que hacer

Cómo se menciona reconocer que no todo nos sale a la perfección y dejar de lado el egocentrismo es una buena práctica, pero es importante agregar que la tendencia del ser humano es valorarse a través de la comprobación y la aprobación ajena, aprender a desarrollar la autovaloración, basada en un conjunto más amplio de interpretaciones que no dejen de lado el desempeño a costa del resultado, ni al revés, es pieza fundamental del tejido de autoconfianza que nos permitirá no tomar cada situación como una afrenta personal.

  1. Ser celoso por naturaleza

Equivocadamente en ocasiones, en las relaciones interpersonales “los celos se entienden como una muestra de que los demás nos importan, sin embargo, solo hallaremos en ellos frustración y malestar.”

Ya que en general los sentimientos que se generan son desagradables es difícil ocultarlos, y actuar como si no nos importara. Aunado a que suelen ser emociones y pensamientos irracionales, su expresión comúnmente acarrea conflictos con los demás y una reacción de alejamiento casi natural de parte de ellos.

Identificando el problema

Se nos ha enseñado en una cultura de competencia que si no cuidamos lo que poseemos nos lo quitan, y a la vez que lo que poseemos refleja mediocridad si lo valoramos y aspiración si queremos más. Así desarrollamos un comportamiento de posesividad neurótica. En la que no queremos que nadie toque lo que creemos “nuestro”, aunque no le demos importancia a tenerlo, mientras envidiamos lo que los demás tienen porque lo asumimos como mejor.

Esta insatisfacción la nota en primer quién está al otro lado de la relación interpersonal, generando que se quede o se vaya, no se sienta valorada o incluso se sienta envidiada, lesionando las relaciones en un punto muy importante, la confianza.

Que hacer

«Hay que evitar compararse con los demás».

Para saber que lo que merecemos es lo que nos toca y que la ambición puede ser una buena motivación, pero debe dejar de lado las envidias, la posesividad y la obsesión.

Como punto crucial, desligarnos de la presencia o la ausencia de posesiones y sobre todo de las personas, nos permitirá navegar con una bandera de libertad que dejará claro que podemos desear cosas semejantes, no iguales, y que podemos buscar la compañía sin obligaciones y básicamente que cada relación interpersonal es una elección y no un chaleco salvavidas del que dependemos para flotar.

  1. Necesitar constantes halagos

“Si nuestra autoestima depende de la validación constante por parte de los demás, se volverá en nuestra contra.”

Aunque es agradable el ser halagados, no se puede convertir en una necesidad ni en una adicción. La sensación de que somos especiales se puede reforzar en las relaciones con nuestros semejantes, pero debe ser de manera natural, nunca forzada ni mucho menos exigida por nosotros mismos.

Identificando el problema

El problema de esta necesidad es que tarde o temprano no aparecerá y al “demandarla” la relación que mantenemos con los demás se resquebrajará y la sentiremos como insatisfactoria.

La recompensa que encontramos ante el reconocimiento y sus distintas expresiones es de autosuficiencia, en adherente lógico del autoconcepto y la autovaloración. Incluso si dichas muestras de validación van careciendo de objetividad, puede llegar a no importar. Por lo mismo ante su ausencia la reacción es de reclamo ya que buscamos defender la autoestima que “conseguimos”.

Se convierte en alimento del ego, y curiosamente aquí es común que seamos nosotros, consciente o inconscientemente quienes anulemos o terminemos dichas relaciones, sin embargo, si no ocurre así, los demás optan por alejarse exactamente por la misma razón, en una búsqueda de proteger su autoestima (mermado por el trabajo arduo de la complacencia y la adulación).



Que hacer

El principio fundamental, es encontrar retroalimentación para nuestra autoestima de manera más individualizada, y tomar a los demás como puntos de referencia que nos describan e incluso nos ayuden a conocernos mejor, pero que no alteren lo que sabemos de antemano que somos o no. Los halagos deben funcionar como impulsos, no como recompensa. Y recibirlos debe ser un privilegio circunstancial y no una obligación que deben cumplir para con nosotros.

  1. No aceptar críticas constructivas

Aunque en realidad a nadie le agrada cuando se puntualizan errores, fallos o defectos, “no debemos confundirlo con la actitud de aquellas personas que solo ven lo malo, puesto que esto puede resultar negativo para el crecimiento personal.”

«Reconocer nuestros defectos es una fortaleza que genera autoestima y nos ayuda a poner en marcha mecanismos para superarlos»

Identificando el problema

En ocasiones y por el principio mencionado en el punto anterior, buscamos relaciones que asumimos que se convertirán en un punto de referencia para la validación (aprobación y comprobación) de lo que somos y hacemos.
Acertamos en la parte del espejo en el que se convierten los demás, fallamos, al pensar que ha de reflejar sólo cosas positivas.

Cuando el reflejo es completo, en cualquier ambiente, la respuesta común es la réplica, la evasión o el enfado. Tres reacciones que fomentan tanto discusiones, como conflictos en las relaciones de cualquier tipo. Sobre todo, si la crítica se dirige a algo que afecta directamente al otro lado de la relación.

Que hacer

Aceptarnos primero, antes de esperar opiniones ajenas.

Así es, la capacidad de asimilar y filtrar los comentarios negativos, nos permite superar y eliminar nuestros fallos y defectos.

Siempre que nosotros mismos hallamos sido capaces de aceptar que no somos perfectos y que tenemos tanto virtudes como defectos, ambas conviviendo y ambas notorias para los demás.

Identificar la crítica como algo positivo, en principio por hacerlos evidentes y en segundo lugar por la objetividad con que pueden ser interpretados en relaciones interpersonales de alta confianza y donde existe buena comunicación.

  1. Ser una víctima constante y ponerse siempre en lo peor.

Tomar una postura en la que la relación se basa en actitudes de debilidad y vulnerabilidad, cansará a las personas a nuestro alrededor. Si bien las relaciones incluyen “las malas”, siempre es necesario que las personas con las que convivimos encuentren con nosotros situaciones estimulantes y no situaciones que tengan que resolver por nosotros, como darnos ánimos constantemente o “cuidarnos”.

“Si abrazamos la negatividad como filosofía y el victimismo como actitud ante la vida, huirán de nosotros «como de la peste».

Aunque pueda existir una tendencia a predecir y prevenir el futuro, encontrar sólo los elementos negativos en lo que puede suceder, rodeará al vínculo que tenemos con las personas de negativismo y pesimismo.

No controlamos el destino ni el futuro, pero “determinadas variables están a nuestro alcance y debemos ser conscientes de que muchas de las cosas que nos ocurren son consecuencia de nuestros pensamientos y acciones.”

Identificando el problema

La vulnerabilidad o debilidad expuestas es una excusa preestablecida, ante un fallo que ha sido predicho. Ver el vaso medio vacío puede terminar explicando muchas cosas, desde por qué no lo llenamos hasta el por qué tenemos sed. De cierto modo en ocasiones la negatividad y el pesimismo funciona como nuestro aliado cuando sabemos o creemos que el futuro será difícil.

Pero alguien que nos conoce, o que espera cierto desempeño en nosotros, identificará que estamos “tirando la toalla” y esa actitud en principio, le fomentará ayudarnos (con lo que obtendremos una aparente recompensa) pero después le cansará, le desesperará y terminará por tirar la toalla de su lado.

Incluso el enfocarnos exclusivamente en nuestros problemas (personalizando), como si sólo a nosotros nos ocurrieran complicaciones o situaciones negativas, genera una sensación de desequilibrio en la relación ya que se convierte en unilateral.

Que hacer

El factor determinante que influye en este caso es la madurez, tanto de identificar como se menciona nuestra participación incluso en lo negativo que nos pasa, saber nuestras responsabilidades y actuar conforme a eso, y también en el saber cuándo no nos corresponde a nosotros. Dejar de ver el punto negro en la página blanca y responder asertivamente nos permitirá ver los claroscuros más objetivamente, pero sobretodo dejar de responsabilizar a otros, u ocultarnos bajo su cobijo.

  1. Ser muy sincero, aunque nadie haya pedido opinión.

“Diseminar nuestra opinión sobre cualquier tema sin que nadie lo pida, nos convertirán en seres odiosos.”

Comúnmente eso se refiere a decir las cosas “como son” o a lo que se conoce también como “no tener filtro”. Es importante reconocer que además de no tener la razón siempre, nuestro punto de vista puede no sólo ser poco objetivo sino incorrecto, lo que dará pie a que la expresión de lo “que pensamos” más que agradecida, sea rechazada y ofenda a las personas que queremos.

“Hay que aprender a ser más prudente, respetuoso y empático, recomienda el experto.”

Identificando el problema

Se conoce como proyección, identificar en el otro algo que inconscientemente nos es significativo a nosotros. “Deberías, podrías, anímate, yo haría”, suelen ser frases que más que reflejar un consejo u opinión, parecieran reflejar lo que nos diríamos a nosotros mismos si fuéramos capaces, o peor aún, lo que quisiéramos hacer si no tuviéramos nuestros propios impedimentos.

Así, la opinión es casi una catarsis en la que expresamos y desahogamos lo que no supimos cómo decir. Eso no le quita su utilidad claro, pero puede ser egoísta. Incluso con buenas intenciones si es parcial, poco objetiva y sobretodo en exceso individualizada, termina siendo una opinión o una crítica banal, arbitraria o que no aplica a esa persona en específico.

Que hacer

El elemento de vital importancia en este caso es como menciona el artículo, la empatía. En orden, si nuestra opinión nos parece importante, no necesariamente lo es para los demás (un buen determinante en este sentido es si la pidieron en primer lugar o no), en segundo lugar, si nosotros percibimos que la crítica no es ofensiva sino constructiva, no necesariamente lo percibirán igual los demás (un indicador para ello es tomar en cuenta lo que a la otra persona le mueve, y le duele, para en todo caso adecuar el tono, las palabras o incluso evitar su expresión).

Y por último lugar, el peso específico de la opinión, si las necesidades de la otra persona van en torno a solicitar una opinión o consejo, comúnmente se hará visible de una manera u otra, y aunque creamos que es algo importante que podemos aportar, en ocasiones sólo esperan nuestra escucha, nuestro apoyo o nuestra comprensión.

Conclusión

Aunque como se ha mencionado ya, es difícil en realidad contrarrestar los efectos de estas conductas, convertidas comúnmente en hábitos, que nos ofrecen recompensas que en ocasiones anteponemos en importancia a nuestras relaciones interpersonales. Ninguna de estas seis acciones está fuera del alcance de la modificación conductual de nadie, si encuentras alguna complicación para manejarlas no dudes en pedir ayuda profesional, sobre todo si ya te “han costado” relaciones, si las has perdido o dañado irreparablemente.

Por otro lado, de su correcto ajuste y manejo depende el mantener relaciones duraderas, solidas, recíprocas y satisfactorias, debería bastar para cuidar de ellas, al final somos seres sociales que funcionan individualmente, pero que sin duda desarrollamos nuestro potencial de manera más integral cuando establecemos lazos afectivos fructíferos y multilaterales.

Fuente

https://elpais.com/elpais/2018/08/25/buenavida/1535181881_915785.html

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Emociones comunes frente a la contingencia COVID

El coronavirus (Covid-19) ha impactado en muchos aspectos el mundo y la vida actual, generando distintas consecuencias a niveles sociales y económicos; pero no menos importante es la manera en la que el aspecto mental de las personas se ha visto alterado.

En primer lugar, por el miedo a lo desconocido, a contagiarse o contagiar a alguien, miedo por la incertidumbre de lo que vendrá y cómo enfrentarlo de la mejor manera.

Por otro lado, las consecuencias del confinamiento y/o aislamiento, como cualquier pérdida y cambio generan su respectivo duelo. Además provocan otras emociones reconocibles tales como tristeza, frustración o enojo, e incluso aburrimiento e impaciencia.

Hay elementos que las intensifican, por ejemplo, el gran acceso a la información que tenemos hoy día, dada la alta cantidad de Fake News, es un arma de doble filo. Las recomendaciones sanitarias que son generales (deben serlo), pero que aplican diferente en cada caso en particular.

La desigualdad y volatilidad en la que se recargaba la economía global y que al tambalearse desde sus cimientos (la fuerza laboral) se comienza a desmoronar. Y en ocasiones, la inestabilidad emocional más o menos marcada que sufrían ya varias personas de por sí.

Es importante puntualizar.

  1. La pandemia afectará directa o indirectamente a toda la población
  2. Nuestro estado emocional se vera de un modo o de otro alterado
  3. Será un proceso largo, tanto de enfrentamiento, como de adaptación en el ámbito social, personal, económico, conductual y emocional.
  4. Aunque hay procesos y reacciones normales y esperados, es nuestra obligación individual asegurarnos que no se salgan de control. Si lo requieres, busca ayuda.

¿Qué emociones puedo experimentar?

Haremos una breve descripción de algunas de las emociones y reacciones asociadas a la actual contingencia, para facilitar que al percibirlas o experimentarlas las reconozcas.






Miedo

Relativamente natural. Hace evidente que desconocemos mucho y controlamos poco. Ideas y perspectivas negativas y/o poco informadas lo pueden empeorar volviéndolo irracional o ilógico.

Miedo como perder la salud, enfrentar las consecuencias de la enfermedad o la falta de recursos y la falta de insumos básicos, pueden provocar pensamientos negativos que generen reacciones funcionales y disfuncionales. Dentro de las primeras, es posible que aparezcan conductas creativas, actividades formativas o recreativas.

En el caso de las reacciones disfuncionales que pueden incrementarse, encontramos por ejemplo consumir noticias compulsivamente, o evadirse de ellas, tener cuidados compulsivos o exagerados, y curiosamente lo opuesto, no darle la seriedad necesaria y descuidarse, etc.

Incertidumbre

También un tanto normal y “aceptable”, de hecho, al ser un suceso nuevo y en curso hay muchas cosas que no se saben a nivel científico, social y personal. Es normal querer saber más y lo ideal es estar bien informados sin tratar de “saber todo”, porque nadie lo sabe. Si la situación, por desconocida, se percibe como amenazante o catastrófica, en ese momento ya no es una reacción funcional

Preocupación

Creemos poder prever lo que vendrá o cómo terminará todo, si lo sabemos es relativamente tranquilizador, y es de esperarse que esta pandemia traiga consecuencias, sin embargo, asumir o dar por hecho lo peor puede hacernos sentir atrapados en la idea de un futuro hipotético que no necesariamente será tan catastrófico.

Ansiedad

Episodios que se presentan cuando la persona, en ocasiones a raíz de pensamientos e interpretaciones amenazantes y peligrosas respecto al entorno comienza a experimentar sensaciones y reacciones fisiológicas que parecieran incontrolables, por ejemplo, taquicardia, sofocos, sudoración, hiperventilación, temblores y sensación de ahogo. Se llega a presentar tal pérdida de control que hay quien piensa que la muerte es inminente.

Es una reacción natural y normal cuando efectivamente existe un peligro, pero en este caso se activa de manera exagerada y excesiva, es generada por distintos pensamientos e interpretaciones, sin embargo, al experimentarla, estos pensamientos se desbordan y aumentan, incrementando también la ansiedad.

Lo que hay que intentar es transmitir al cerebro información basada en la realidad y en los hechos presentes para generar una línea de pensamiento más acorde con la realidad.

Angustia

“Está prevaleciendo todo el espectro de ansiedad: miedo, pánico, irritabilidad. Todo el espectro ansioso estaría dentro del grupo de los problemas de ansiedad. Ese es el predominante”, Etchevers.

Muchos podemos experimentar ansiedad en diferentes momentos, sin embargo, seremos capaces de reconocerla y en muchos casos de controlarla. Pero hay personas que no consiguen distinguir lo “irreal” en su temor, la angustia contribuye a formalizar ese miedo irracional, impidiéndonos diferenciar entre el miedo, el pánico, la amenaza y la alerta. Es un estresor psicológico.

Verificar y corroborar es importante, la alerta y el miedo son comunes entre otras personas y están “justificados” por las alertas internacionales de la OMS y los gobiernos, pero muchas de las ideas que alimentan la angustia y la sensación de amenaza latente, serán diferentes a las de los demás e incluso contradictorios a las menciones oficiales.

El miedo nos ayudará a protegernos, la ansiedad le alimentará, por supervivencia, pero es probable perder el control de ésta y comenzar un círculo vicioso de pensamientos negativos y reacciones físicas extralimitadas, la angustia en definitiva es disfuncional, nos bloqueará y aumentará la posibilidad de equivocarnos, o impedirá que reaccionemos de la mejor manera. Cambiará nuestros hábitos y nos llevará a la sensación de querer huir. E incluso hasta el espectro depresivo, donde puede alimentar la idea de resignación y de que no hay escapatoria.

Depresión

Si bien todo cambio genera duelos, las ideas negativas aquí se vuelcan hacia nosotros mismos, haciéndonos sentir incapaces, sin deseos de sobreponernos o impotentes ante una situación mayor a nosotros, el abrumarnos con noticias y pronósticos no ayuda, y la perspectiva de no tener las herramientas para salir adelante (cuando nadie las tiene al 100%) puede alimentar ideas de imposibilidad y de fracaso anticipado.

Frustración

La sensación de pérdida de libertad, de dificultad en llevar adelante proyectos y actividades personales, así como el cambio de estos, la cantidad de control disminuido en nuestra propia vida. Puede haber pensamientos del tipo, no puedo, quiero y no hay forma, es imposible, etc. Frente a esta situación novedosa estamos obligados a ser pacientes y debemos generar nuevos hábitos.

Enojo

Cuando experimentamos la sensación de que está ocurriendo un hecho injusto o desproporcionado. La molestia se puede decantar hacia el gobierno, el sector salud o incluso hacia otras, sin embargo, en ocasiones puede recaer en nosotros mismos, y calificarnos como responsables o culpables, por no hacer bien las cosas. Aunado a un efecto acumulativo que puede hacerse evidente, es importante evitar situaciones violentas y acudir a apoyo si comenzamos a perder el control, o alguien confinado con nosotros lo esta perdiendo.

Aburrimiento

Reducida la capacidad de interacción y vinculo, las actividades ocio se ven limitadas. Pensamientos del tipo “¿ahora qué hago?”, “¿cuándo podré salir a divertirme? “nos sumergen en una nueva rutina, impuesta y saturante. Las alternativas virtuales y digitales para no perder contacto, así como no olvidad que es una situación transitoria nos ayudarán a no perder interés en actividades personales y nuevas.

Impaciencia

Ante una situación que se percibe como espontanea, impuesta y limitante. Pueden aparecer pensamientos escapatorios, quiero salir, regresar a la normalidad, no quería dejar de hacer esto o aquello. Es importante enfocarnos en la posibilidad de realizar otras actividades pendientes en el hogar, y utilizar el tiempo de manera creativa, recreativa y productiva.



Tristeza

A raíz de la ruptura de la cotidianeidad, el aislamiento y por tener contacto reiterado con noticias negativas, la empatía, la nostalgia y la hipersensibilidad emocional pueden aumentar la frecuencia o intensidad en que aparece esta emoción y los pensamientos que la acompañan, de desidia (no apatía) o de desánimo (no confundir con miedo o impotencia).

También es una reacción normal en principio, a la cual es importante no dejar de prestarle atención para evitar que cause conflictos, hablar de ello para desahogarnos y buscar actividades que contrapongan esta emoción en lugar de alimentarla.

Desorganización – Desorientación

Aunque de momento olvidamos que nacimos sin una organización ni rutina, esta situación que nos lleva a cambiarla drásticamente nos hace creer que se perdió la capacidad de reordenarnos y enfocarnos nuevamente.

Sensación de soledad

La falta de vinculación puede provocar una sensación de soledad y agravarse especialmente en aquellas personas que viven solas. Esa sensación de aislamiento físico o emocional puede empeorar otras sensaciones como el miedo o la ansiedad y la tristeza. Lo ideal es no perder y actualizar las diferentes formas para vincularnos, además de alimentar y crear nuevos lazos de interacción, aunque no sean afectivos ni de convivencia.

Labilidad (cambios de humor repentinos)

Además de grandes saltos entre un estado anímico y otro, pueden ser sentimientos contradictorios, alivio por estar en casa, pero también emociones como miedo, frustración o enojo. Agrado por cierto grado de descanso, pero preocupación por las finanzas, etc. Puede suscitarse en pensamientos del tipo “ahora puedo hacer lo que nunca hago. Aunque quisiera saber cuándo terminará todo esto”.

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Ansiedad y baja autoestima: ¿tienen alguna relación?

Ansiedad y baja autoestima: ¿tienen alguna relación?

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Valeria Sabater

Ansiedad y baja autoestima tienen una relación que incide de manera directa en otras dimensiones, como el estado de ánimo o los proyectos en los que nos embarcamos. Así, un hecho común es limitarnos a hacer uso de determinadas técnicas para gestionar el estrés y los trastornos de ansiedad, pasando por alto un detonante muy concreto. Tras esa angustia, tras esa inquietud y sintomatología adversa, habita una mente acostumbrada a sabotearse a sí misma.




Señalaba el psicoterapeuta cognitivo Albert Ellis con gran acierto que una de las causas más comunes de la ansiedad es la autoexigencia. La mente ansiosa siempre tiene miedo a no llegar, a fallar, a mostrar falibilidad o imperfección. Ahora bien, en este proceso en el cual se acumulan tantas angustias por no cumplir, es fácil derivar poco a poco en la idea de que si no alcanzamos determinadas metas es porque no podemos o no las merecemos.

Tras la ansiedad se encuentra en muchos casos la indefensión. Esto es algo a tener presente, porque cuando la visión que tenemos de nosotros mismos se va fracturando, por esas vetas entran los miedos, las inseguridades y la incapacidad para manejar la propia vida.

«Nada puede detener a la persona con la actitud mental correcta de lograr su objetivo; nada en la tierra puede ayudar a la persona e con la actitud mental equivocada».

-Thomas Jefferson-

Ansiedad y baja autoestima, las causas que explican esta relación

Bastaría con hacer un pequeño sondeo para descubrir cuántas personas que lidian con un trastorno de ansiedad, lo hacen también con el peso de la baja autoestima.

El exceso de frases que se inician del mismo modo ‘no puedo controlar mi ansiedad’, ‘no tengo habilidades para hacer frente a esto’, ‘mejor evito hacer esto porque no vale la pena y seguro que sale mal‘, ‘no me gusta mi físico, no me gusta eso otro de mí», etc. El segundo aspecto llamativo con el que nos encontraríamos sería el siguiente. Muchas personas acaban usando la ansiedad como escudo para no lidiar con el problema original: la baja autoestima.




Así, es común que realicen comentarios o razonamientos como el siguiente: no me presento a esa entrevista de trabajo porque la ansiedad no me va a dejar. No quedo con esa persona que me gusta porque al final mi ansiedad lo estropeará todo. En estos casos, no son conscientes de que la raíz original de la propia ansiedad y de esos pensamientos es la inseguridad y la baja autoestima.

El eterno miedo al rechazo

Un potenciador de la buena autoestima es sin duda haber contado con una crianza adecuada. Disfrutar de un apego positivo con los progenitores, sentirse seguro y amado es un nutriente esencial. Todo ello genera sin duda tener también una visión positiva de uno mismo y, de ese modo, vamos construyendo una identidad y autoconcepto fuertes y saludables.

Ahora bien, cuando esto falla casi todo acaba desmoronando. Haber pasado una infancia complicada e incluso haber sufrido bullying origina a menudo ese eterno miedo al rechazo. Esa angustia, el temor a ser rechazados nuevamente en cualquier momento (ya sea a nivel afectivo, laboral, etc.) acaba dando forma a los posteriores trastornos de ansiedad.

La relación entre la baja autoestima y el perfeccionismo

En la Universidad de Curtin, en Australia, se llevó a cabo un interesante estudio. En él, la doctora Sarah Egan demostró que hay una relación significativa entre el perfeccionismo, la ansiedad y la baja autoestima. Es más, en los trastornos de alimentación suele verse bastante este vínculo.

Ansiedad y baja autoestima se reflejan a menudo en esa necesidad nuestra por mostrar eficacia y perfección en cada cosa que hacemos. No obstante, al poco aparecen las dudas y la inseguridad, así como ese autoboicoteo de quien se pone en duda a sí mismo y a lo hecho con gran esfuerzo.

La mente que solo se centra en el lado negativo de las cosas

La mente es cautiva a menudo de ese enfoque cognitivo y emocional por donde rara vez entra la luz, el coraje o el optimismo. Es esa visión de túnel donde no se atisba más perspectiva que el fatalismo o el fracaso. Tras esa visión personal se halla la semilla de la baja autoestima, un germen que cohabita durante años en nosotros y que poco a poco va edificando la cárcel de la ansiedad.

Valeria Sabater




Texto completo




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‘Bullying’ en secundarias pone en riesgo aprendizaje: OCDE

La violencia y el acoso escolar, conocido como bullying, que se genera entre estudiantes de secundaria en México, tales como intimidación agresión física y verbal, robo, vandalismo y ausentismo, impiden el correcto desarrollo de aprendizaje, de acuerdo al Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje 2013 (Talis, por sus siglas en inglés), que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El informe indica que nuestro país tiene el porcentaje más alto, entre las 33 naciones que son evaluadas, de maestros que reportan que por lo menos una vez a la semana sus estudiantes sufren daño físico causado por otros estudiantes, con un porcentaje de 10. 8 por ciento, casi cinco veces más que la media de 2.3 por ciento.

Sobre los casos de robo y vandalismo, alcanzan 13.2 por ciento, arriba de Brasil y Malasia con 11.8 y 10. 8 por ciento de forma respectiva, además casi el 30 por cinto de los docentes en México calcula que existe intimidación o aviso verbal entre alumnos, en este rubro Brasil, Suecia y Flandes superan este personaje.




Las intimidaciones con abuso verbal, generan un riesgo para el ambiente de enseñanza en las escuelas, destacó el jefe de la División de Innovación y Medición del Progreso del organismo, Dirk van Damme. También señaló que considerando algunos factores de los evaluados, México  va a aparecer en el lugar más alto, por lo que enfatizó que con los resultados obtenidos no se puede determinar una clasificación de violencia escolar por país.

En el estudio resalta que las prácticas de los profesores pueden afectar también el ambiente escolar, ya que México con el 20 por ciento, tiene el nivel más alto en cuanto a reportes de directores que indican la ausencia de los docentes por lo menos una vez a la semana, cuando la media es de 4.7 por ciento.

El 72 por ciento de los educadores no tienen acceso a programas formales de inducción y 60 por ciento no posee algún apoyo de mentoría en sus instituciones.




Según el informe, casi la mitad de los profesores de secundaria trabaja en escuelas con 30 por ciento o un porcentaje mayor de estudiantes que provienen de hogares desfavorecidos.

Asimismo, detalla que México es uno de los países donde un mayor porcentaje de maestros de secundaria tiene preparación académica menor a la universitaria, equivalente a 9 por ciento.

(Con información de La Jornada y Notimex)







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La felicidad es la ausencia de miedo

Eduardo Punset: «La felicidad es la ausencia de miedo»

PAULA ARENAS 15.03.2011

Eduardo Punset (1936-2019) nos deja sin excusas para no pensar con su última obra. En una entrevista nos deja claro que los modelos sociales, educativos y culturales actuales se están quedando obsoletos.

«Con mi anterior libro me preguntaba sobre las dimensiones de la felicidad, y entonces lo vi: realmente lo que tenemos es una capacidad infinita para ser infelices», nos dice Punset. «

Era urgente analizar lo que sucede por dentro, qué pasa para que pese a que el entorno podría permitir a muchos ser felices, no lo sean». La pregunta surge y se adelanta a todas las que queríamos hacerle : ¿Y qué es lo que dice la ciencia de esto?

«La ciencia es la que está permitiendo, junto a la tecnología, que salgamos de este pozo de infelicidad. Porque ellas nos dan las pautas para nuestros comportamientos futuros. Un ejemplo: la intuición». Al fin podemos hacerle caso, ¿es eso? Ya no está demonizada. Porque hasta hace muy poco casi nadie se atrevía a comportarse según sus mandatos, pero eso definitivamente ha cambiado.

«Es fundamental para tomar decisiones. Solo si tienes toda la información y todo el tiempo del mundo para decidir, el pensamiento racional es el indicado». Pero, claro, esas condiciones nunca se dan. «Y la posibilidad de error, usando la intuición es mil veces menor que usando la razón». Así que adiós a aquello que nos enseñaron de: piensa bien y piénsalo mucho antes de decidirlo.

En concreto hace falta confiar más en uno mismo, fiarse más a menudo de la persona que mejor nos conoce y que de rebote quizá es la que mejor sabe lo que nos conviene, sin tantos filtros ajenos.

Otra de las cosas que nos hace tan infelices es, según ha descubierto Punset, la cantidad de desencuentros (gente que no acaba de encontrarse por presiones sociales, miedos, vergüenzas) que se dan a lo largo de la vida.

Y, por supuesto, la mala gestión emocional que seguimos arrastrando, pese a que ya hace tiempo que se intenta dar el mensaje correcto. «Es una de las nuevas pautas que deberán aprender las generaciones venideras: gestionar sus emociones, porque seguimos sin explicar la naturaleza de las emociones básicas con las que uno viene al mundo».

Porque, y así ha quedado constatado, todos venimos con las mismas, lo que cambia es la manera en que las expresamos. Un nuevo modelo «El sistema educativo, que sigue rigiéndose por una sociedad subproducto de la revolución industrial, tiene que cambiar. Y una de las pautas pasa por desechar la competitividad y fomentar el verdadero trabajo en equipo, el altruismo».

Es posible crear personas que ocupen las emociones que ya poseen y que experimentan, en su favor y para su beneficio, antes de dejar que se pongan en su contra y les comiencen a complicar la vida y a entorpecer el trayecto en la misma.

Y aún hay más que modificar, aunque solo sea, ya no por hallar la ansiada felicidad, sino por hacer que esto funcione. Porque lo que a nuestros padres les funcionó, un sistema basado en lo académico, ha perdido fuelle.

«El poder de concentración ante la disparidad de basamentos que uno tiene va a ser otra de las pautas clave. La gente tiene que aprender a centrar su atención en una sola cosa, aquella que más le interese».

Nos interesa tanto todo lo que ha logrado Punset, que entendamos de la ciencia y sus avances, que nos quedan mil preguntas por formular.

¿Qué es, Punset, en realidad la felicidad? Y él, casi sin pensar, nos dice algo que nos hace pensar en que a veces la ciencia y la poesía se rozan de un modo casi perfecto: «La felicidad es la ausencia de miedo, igual que la belleza es la ausencia de dolor».

Si encontraras un modo de ser resuelto y encarar los retos de la vida con las herramientas que posees, con dudas pero sin miedos, es probable que tu capacidad de ser feliz no esté sujeta a que tan capacitado te sientes para vivir una vida feliz, y dependa más de cómo te desenvuelves al intentar conseguirla.

Ver más en 20minutos

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MITOS DE ACUDIR AL PSICÓLOGO

Creencias populares como que un Psicólogo es un “loquero”, que todas las personas que estudian Psicología es porque están “locas” o es que necesitan ayudarse a ellas mismas y que a los Psicólogos sólo van los “locos”, empiezan, por fin, a ser creencias del pasado.

El malestar psicológico en la actualidad

Nuestro mundo actual es más complejo que aquel de hace 100 años. Nuestro estilo de vida propicia que existan más probabilidades de padecer estrés, depresión, ansiedad, etc. Apenas contamos con tiempo para sentarnos un ratito a charlar con nuestra pareja, hijos, amigos, y eso genera conflictos. Nuestras expectativas, para con nosotros y los nuestros, son tan altas que no es de extrañar que no se vean cumplidas. La sociedad nos impone vivir a un ritmo acelerado, a querer conseguir más, a tener que ser siempre felices y no sufrir.

Pero la realidad no es así.  ¿Qué hacemos entonces con todas esas expectativas no cumplidas, con todas esas esperanzas truncadas, con ese dolor emocional? ¡Nadie nos enseña a lidiar con esto! Si te sientes mal o no consigues lo que te has propuesto es porque no lo has deseado lo suficiente, no te has esforzado lo suficiente, no le has puesto el empeño suficiente. Conclusión, la culpa es tuya y de nadie más. ¡Basta ya de este mandato pseudopositivo!

La vida es alegría y también tristeza, es amor y desamor, es estrés y también descanso. Y muerte y pérdida. Lo verdaderamente importante no es olvidar, no pensar,  no sentir, evitar, sino, precisamente, desde ese sentir, analizar cuál es su mensaje y actuar en consecuencia.

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El papel del psicólogo en la actualidad

No hace falta padecer un trastorno mental o estar “loco” para ir al Psicólogo. Al contrario, hay que estar muy “cuerdo” y ser muy valiente para afrontar aquello que nos incomoda y decidir ahondar en ello y trabajarlo. Y para esto, nada mejor que la figura del Psicólogo.

Poco a poco el trabajo del Psicólogo se ha ido normalizando y gran parte de la sociedad reconoce y comparte el hecho de haber acudido, o estar acudiendo a terapia. Muchos famosos han admitido que tenían dificultades y que habían acudido al psicólogo. También acuden  los deportistas para mejorar su rendimiento.

Si todavía no estás convencido y/o tienes dudas, sigue leyendo.  Voy a intentar contribuir a la destrucción de 5 mitos sobre ir al Psicólogo.

Mito 1. Ir al Psicólogo es para locos

Las razones para acudir a terapia son derivadas por una gran variedad de situaciones de la vida diaria:

  • Tristeza, ansiedad, preocupaciones
  • Dificultades para enfrentarse a acontecimientos como la pérdida de trabajo, divorcio, separación, muerte de un ser querido..
  • Orientación profesional, personal y académica
  • Educación psicológica en habilidades sociales, de crianza, en el manejo de sentimientos, etc.

Mito 2. No creo en la Psicología

  • La Psicología no es una religión, ni una creencia, ni nada paranormal o místico.
  • Es una ciencia que estudia los procesos mentales, las sensaciones, las percepciones y el comportamiento del ser humano, en relación con el medio físico y social que lo rodea.
  • Por tanto, no se puede no creer en la Psicología o en los Psicólogos. Sería como decir que no se cree en la medicina, ni en los médicos.

Mito 3. Es mejor hablar con un amigo

  • Es innegable que el apoyo familiar y social son cruciales en el bienestar de las personas.
  • Los psicólogos utilizan técnicas basadas en años de  investigaciones científicas que van más allá del simple hecho de escuchar y hablar.
  • Los Psicólogos pueden reconocer patrones de comportamiento de manera más objetiva y neutra que otras personas del entorno.
  • Ofrecen total confidencialidad, no juzgan ni censuran.

Mito 4. ¿Pagar para desahogarte?

  • Los problemas no atendidos pueden acabar cronificándose y resultando en una patología.
  • El Psicólogo y la persona que consulta trabajan juntos para identificar problemas, marcar metas y monotorizar el progreso.
  • Al inicio de la psicoterapia se indaga en el problema, en las soluciones intentadas para resolverlo. Se recopila información sobre el pasado y otras áreas relevantes.
  • Normalmente se suele pedir a la persona que consulta que realice algunas tareas entre sesiones para profundizar en algún tema significativo.
mitos

Mito 5. Es muy caro, es sólo para ricos

  • En la actualidad es posible llevar a cabo Terapia On-line a través de herramientas como el e-mail y las videoconferencias.
  • Esto conlleva un ahorro en tiempo y dinero para la persona que consulta, así como para el profesional.
  • La Terapia Online cuenta con evidencia científica que respalda su eficacia.
  • Existen profesionales que trabajan con packs de cierto número de sesiones tanto en formato online como presenciales. ¡Infórmate!
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PERSONALIDAD TIPO A

¿Tienes una personalidad ‘Tipo A’? Entonces eres una persona imparable

O eso podría parecer, sin embargo, éste tipo de personalidad se encuentra clasificada como áltamente problemática. Con rasgos de personalidad que son funcionales en ciertas areas, pero disfuncionales en las areas más personales e importantes de la vida.

Éste texto es un estracto de la web ENTREPRENEUR.

La intención aquí es, tomárlo como referencia para delimitar dichos rasgos en éste tipo de personalidad en particular.

Las personalidades se dividen en dos grupos y uno de ellos se destaca por su voluntad, energía y concentración sobrehumanas.

Texto original de Jonathan Long VIP Contributor en cursivas

Las personalidades pueden ser clasificadas en dos tipos (A y B). Las personas del primer grupo son individuos extremadamente motivados con grandes metas en la vida y un fuego interno que los impulsa a conseguir todo lo que se propongan. Las personas Tipo B son más relajadas y tienden a operar mejor con niveles menores de estrés. 

Aquí encontramos el primer punto importante, si bien las personas con personalidad tipo A efectivamente se encuentran bien motivadas y enfocadas a sus objetivos (comunmente grandes metas de aspiraciones sociales o económicas), el estrés funciona en ellos como precursor o catalizador, el mencionado fuego interno no es más que elementos autopunitivos y de gran autoexigencia.

1. Para los Tipo A, la carrera es una prioridad

Enfocarte fuertemente en tu carrera no necesariamente es lo mejor porque puede afectar tu vida personal (salir de manera romántica es una pesadilla). Sin embargo, las personas Tipo A están dispuestas a sacrificar este aspecto de sus vidas para impulsar sus negocios y sus intereses.   

En efecto, son personalidades que dificilmente encotrarán espacio para «algo más» que no sea el deber. El problema es que como el mismo artículo lo menciona, la vida personal (entre otras areas, como la salud o el ocio) se convierten en obstáculos que de agregarse, generan angustia, por estar incumpliendo las obligaciones.


En todo caso en la mayoría de ocasiones, el conflicto es la imposibilidad de equilibrar entre las distintas areas de la vida, dando como resultado personas exitosas en los negocios o lo académico por ejemplo, pero fracasadas en sus relaciones interpersonales o sin tiempo «para ellas».

2. Para los Tipo A es difícil “despegar” el cerebro del trabajo

Nadie puede negar que tomar un descanso del trabajo es saludable, pero la mayoría de las personas Tipo A tienen dificultad para desconectar su cerebro por completo de sus obligaciones y proyectos. La verdad es que se relajan más estando en el trabajo. 

Lo anterior es un gran conflicto, la capacidad para regular las lineas y esquemas cognitivas (los pensamientos) y asociarlos y desasociarlos a voluntad es vital para la estabilidad personal. De igual forma las emociones se convierten en un gran coctel cuando una actividad converge tan intrusivamente en las demás areas de nuestra vida.

El que cumplir con «el trabajo» sea relajante, sólo es consecuencia de que «no hacer lo debido» se identifica como un estresor. Lo cual tiene matices y no siempre es así. Un finde semana en la playa por ejemplo es una gran excepción, y debería, por definición ser más relajante que «estar trabajando o en el trabajo».

3. Para los Tipo A, no hay nada mejor que una buena lista de pendientes

Tener listas de pendientes te permite poner en orden las tareas que debes realizar, tener orden mental y ser más productivo. De hecho, es una gran herramienta para ahorrar tiempo. Las personas Tipo A crean estos listados para todo. Es más, mientras escribo esto puedo ver mi propia lista de pendientes frente al escritorio. Las hacemos para atender los pendientes personales y las tareas del trabajo. Le copié este hábito a mi padre, quien hacia listas para TODO

TODO en exceso es malo, y si bien algunas estrategias conductistas buscan jerarquziar y organizar los «pendientes», tenerlos constantemente presentes es obsesivo, abrumador y quisquilloso. Organizativamente esta bien, sin embargo a nivel psicológico, los pendientes aumentan la exigencia, y la expectativa de realizarlos (a cabalidad) se convierte en una fallo racional de interpretación sobre la realidad.

En concreto, dado que la vida, sus variables e imprevistos, no funcionan bajo el esquema personal de «tu lista», la realidad no se adaptará a ella, haciendo cuando menos inútil gran parte de tu lista, y en la mayoría de los casos convirtiendola en un caldo de cultivo para futuras (y constantes) frustraciones.

4. Para los Tipo A, no hay retardo que valga

Las personas de este grupo entienden que el tiempo es el activo más valioso con el que cuentan los emprendedores. Siempre llegan a tiempo y esperan que los demás hagan lo mismo. Un profesor de la universidad una vez me dijo algo que nunca olvidaré: “Si llegas antes, llegas a tiempo. Si llegas tarde, mejor ni te molestes en llegar porque ya estás demostrando que eres un idiota irrespetuoso”. 

Básicamente se convierten a si mismas en una máquina, controladora, intolerante con las «no máquinas» que funcionan a otro ritmo. De nuevo, asimilar las varibles de la vida es una tarea dificil para éste tipo de personalidades, convierte a su realidad en un menú en el que creen que pueden elegir lo que quieren y como lo quieren y si no, se molestan, al principio con los demás y al final, siempre, consigo mismos.

5. Para los Tipo A es imposible perder el tiempo 

El concepto de “procrastinación” no cabe en la mente de los Tipo A. No entienden por qué podrían postergar algo que pueden cumplir ya. Dejar que las cosas se acumulen solo genera problemas a largo plazo, si algo puede ser atendido ya, tenla seguridad que los Tipo A ya lo están revisando. 

Cualidad muy apreciada en el mundo laboral, pero poco funcional en la vida adulta, la capacidad de postergación ha de ser aprendida por dos razones principales, estructura y respeto.

De éste modo, la personalidad tipo A, genera rasgos de imposición, ya que buscan que los demás trabajen a su tiempo. Y caracteristicas estructurales rígidas, donde la jerarquía la define la obligación y no la libertad, donde la diversión y el ocio no caben, y si es que existe un espacio para ello, es llenado por más responsabilidad para «aprovechar el tiempo».

6. Para los Tipo A nada es imposible

Si hay algo que físicamente se pueda cumplir, los Tipo A estarán confiados al 100% de que se logre. Tienen completa fe en su habilidad de lograr todo lo que se propongan. 

Encontramos de todos, quizá el primer punto que ésta bien, y que puede considerarse una cualidad en este tipo de personalidad, sin embargo, como se menciono la variante de la frustración convierte esta determinación y autoconfianza en una escalera constante de retos y competencias. En las que la fe, se convierte en ilusión, y ésta en obsesión.

La personalidad tipo A tiene como rasgo caracteristico la intolerancia a la frustración. Agente estresor por excelencia y que ademas provoca o bien sumas cuantiosas de autocastigos y pruebas para si mismos o acumulación de tensión que culmina con la renuncia y desesperanza.

7. Para los Tipo A, la perfección lo es todo

Nada irrita más a los individuos de este grupo que los errores. No es que pretendan ser perfeccionistas, pero tienden a serlo en la práctica porque algo menos que su absoluto mejor esfuerzo es inaceptable. Su persistencia les permite conseguir metas que muchos otros ya dieron por perdidas. 

La personalidad tipo A, se caracteriza por la intolerancia y la crítica hacia lo que no es suficientemente bueno, si bien la perseverancia y persistencia son cualidades resaltables, alimentarlas por los motivos inadecuados es erroneo. Justo aquello que no toleran lo cometen.

Pueden concluir midiendo a otros por sus fallos y errores, y despreciandose a si mismos por sus propias equivocaciones. Exigiendose demasiado y siendo obsesivos con un desempeño que al rayar lo perfecto recae en lo imposible.

Perseguir y conseguir metas que otros consideran perdidas, es en un plano medio (poco caracteristico en la personalidad A), una virtud de tenacidad. En la linea rígida y controladora, es una caracteristica de necedad y cerrazón.

8. Para los Tipo A, la planeación lo es todo

Para lograr una meta debes tener un plan definido de principio a fin. Mientras otras personas tratarán de hacer las cosas como vayan saliendo, los Tipo A tienen una estrategia sólida que siguen religiosamente. 

Segundo punto positivo, hacer las cosas en orden está bien. Sin embargo un punto medio entre la improvisación ante los imprevistos y el control de las variables siempre es lo más recomendable y realista para plantear.

Dos puntos complicados en la mayoría de personas con este tipo de personalidad, se definen en la última frase. Una estrategia sólida será demasiado meticulosa, demasiado individual y poco centrada en la realidad. Tanto que al final se convierte en cuestión de fe, de devoción y sacrificio el sistema de esfuerzos y desempeño que se plantea como plan o proyecto, que ha de «seguirse religiosamente» si no se quiere fallar o fracasar.

9. Para los Tipo A, no hay problema que no se pueda solucionar

Una de las razones por las que los Tipo A son tan buenos para resolver problemas es que confían en su habilidad para hacerlo, tanto así que son capaces de generar al menos un esqueleto de plan para cualquier cuestión en el mundo. Esta confianza les permite generar soluciones racionales mientras otros se frustran y abandonan. 

La personalidad tipo A, no se conformaría con un esqueleto del plan resolutivo. Ya que eso demostraría capacidades pero a la vez limitaciones. En realidad la personalidad tipo A posee ese rasgo de personalidad que provoca la frustración y el abandono. Se le conoce como competencia. Y es un afán constante de mostrarse a si mismos (y en ocasiones a los demás) como personas capaces y competentes ante las dificultades, misma competencia que al verse límitada, frustra y genera culpa internamente.

10. Para los Tipo A, la pasión es fundamental 

Cuando algo te apasiona, te es más fácil dedicar toda tu energía, alegría y tiempo. Las personas Tipo A no hacen las cosas “al ahí se va”. Su pasión les permite trabajar sin sentir que su esfuerzo es trabajo. 

Lo cual en concreto, pone en riesgo su salud. La mayoría de personas que padecen lo que se conoce como «burnout» sobre todo en el ambito laboral, coinciden en presentar el tipo de personalidad tipo A, o la mayoría de sus rasgos comunes.

Ser apasionado de algo y que el esfuerzo sea bien visto es adecuado y valorado laboralmente, sin embargo, se deben tener tiempos de descanso, por que si bien para la mente el esfuerzo puede ser incluso apasionante y motivante, para el cuerpo dicho desgaste puede ser incluso peligroso.

Existe una correlación comprobada entre los infartos (no asociados a una enfermedad cardiovascular) y la personalidad tipo A.

11. Para los Tipo A, la eficiencia es una forma de vida

Debido a las razones anteriormente listadas – siempre puntuales, perfeccionistas natos, valoradores del tiempo, planeadores – los Tipo A son extremadamente productivos. Siempre logran mayores objetivos en el menor periodo de tiempo. 

Nuevamente un elemento apreciado a nivel laboral y corporativo, incluso efectivamente un elemento comunmente encontrado en los llamados emprendedores. Pero que justamente por ser retroalimentado constantemente, se convierte en la «unica» forma de vida, y poco a poco deja de ser una elección para convertirse en una obligación más. Con su respectiva carga de exigencia y autocastigo. Con un sistema de recompensas mal establecido y que afecta constantemente otras areas de la vida de la persona (fuera de lo laboral y/o académico).

12. Para los Tipo A, la concentración es su arma

Cuando se trata de lograr cosas, las personas Tipo A se enfocan al 100%, sin importar otras cosas que estén pasando en su vida. La capacidad de bloquear distracciones y tener una concentración de rayo láser les permite no bajar el ritmo y conseguir lo inconseguible. 

Se le conoce como un fenomeno de abstracción selectiva. Y es mencionado como un error cognitivo. La atención específica en un tema genera falta de criterio y objetividad, además de presentarse cómo un rasgo más de la obsesión.

La concentración es adecuada cuando se tiene un equilibrio positivo entre los estimulos cognitivos y emocionales de nuestro entorno y de nuestro interior, de la actividad presente y las demás actividades (que efectivamente pasan a segundo termino momentaneamente) y que nos permiten sobre todo mantener una motivación repartida y no demasiado especifica.


La personalidad tipo A, genera personas insatisfechas, principalmente por tres motivos.

Nunca es suficiente, ni el esfuerzo propio ni el de los demás alcanza el grado de perfeccionismo que se busca y que les obsesiona. Terminan siendo victimas de su propia fantasía de lo ideal.

Son más sus frustraciones que sus satisfacciones. Los errores y los imprevistos son parte común de la vida. Si bien son aptos para conseguir bastantes logros, el tratar de meter TODO en su esquema rígido de expectativas y exigencias termina dejando gran parte de ellas sin cumplir y frustradas.

El precio es elevado. Al final conseguir exito social o económico, termina por valer poco cuando las relaciones personales, la estabilidad emocional, la salud física y en general la felicidad fueron el costo que se tuvo que pagar para «llegar a estar ahí».

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